Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 195)

Cuaderno IX (páginas 1171 a 1176)

(Hoy continuamos con Lingüística Teórica. En este capítulo trataremos sobre las estructuras neurales que soportan el lenguaje. Dada mi profesión principal (Médico) la Profesora (mi compañera) me pidió que yo dictara esta clase, y así lo hice)

DIMENSIÓN BIOLÓGICA DEL LENGUAJE

El arraigo biológico del lenguaje trasciende el lenguaje humano. Como instrumento para la vida, está alojado en todo el mundo viviente. Una poderosa herramienta de comunicación que no fue nuestro invento y que se manifiesta desde los taxismos hasta la simbolización de nuestras palabras.

Existen distintos niveles de desarrollo del lenguaje los cuales tienen estricta relación con la función de comunicación que cumplen. Sin duda, un rango superior tiene el lenguaje de los animales del que hay distintos tipos. Así la Prosodia Biológica que es de naturaleza gestual; muy extendida en el reino animal y por supuesto, el lenguaje simbólico que es patrimonio exclusivo del hombre.

El lenguaje humano, como tal, integra las funciones cognitivas del hombre (procesos psíquicos superiores) y de hecho, se da por sentado que su adquisición, comprensión y producción tienen como base el cerebro. [la primera afirmación fue hecha por una cuestión de compromiso; no olvidar que en ese momento, yo oficiaba de alumno del doctorado, y por tanto, no podía sugerir mi propia teoría, de lo contrario hubiera sido reprobado, ni bien comenzaba el curso]

Por lo arriba mencionado, el lenguaje puede ser abordado ya sea, desde un punto de vista puramente lingüístico o, tratando de establecer una relación con los procesos mentales (Psicolingüística); o con el cerebro propiamente dicho (Neurolingüística). Existe una Neuropsicolingüística que partiendo de patologías del lenguaje, pretende descubrir los mecanismos lingüísticos normales.

Cualquiera que sea el nivel de abordaje, es necesario tener algunas nociones básicas del que se supone, es el soporte principal del lenguaje humano: el sistema nervioso.

Sistema Nervioso Central (SNC)

Todos los animales, no importando el lugar que ocupen en la escala zoológica, están dotados de la capacidad de sentir, moverse y alimentarse. Los que ocupan las ramas superiores, agregan una serie de facultades que integran lo que conocemos como psiquis y que, de una manera general, caracterizamos como facultades afectivas e intelectuales. Al conjunto de órganos destinados a dar soporte a tales funciones, se lo denomina sistema nervioso.

El sistema nervioso, considerado en conjunto, comprende dos clases de órganos: a) órganos centrales que se alojan en el conducto craneorraquídeo, que constituyen el SNC; b) órganos periféricos, situados fuera de este conducto y que se denominan sistema nervioso periférico.

El SNC tiene la misma forma del conducto óseo que lo aloja; por tanto, se ofrece en la forma de un tallo cilíndrico largo, la médula espinal, que se encuentra coronado por una masa voluminosa, el encéfalo.

La médula espinal ocupa el conducto raquídeo (columna vertebral); el encéfalo, la cavidad craneal. Estas estructuras extremas están unidas entre sí por una parte intermedia, el bulbo raquídeo.

La masa encefálica comprende una primera parte (la más voluminosa) que ocupa por sí sola, el 90% de la cavidad craneal: el cerebro; una segunda porción, más pequeña y alojada por detrás de la anterior: el cerebelo; una tercera porción, el istmo del encéfalo, que une el cerebelo con el cerebro y este con el bulbo raquídeo.

Cerebro

De todos los órganos del SNC, el que ofrece mayor interés para nosotros hoy, es el cerebro. Este órgano comienza a desarrollarse a partir de la segunda semana de gestación y lo hace a partir de una formación embrionaria que se llama cresta neural. Es interesante destacar que el sistema nervioso en general, tiene el mismo origen embriológico que la piel (el ectodermo) y esto permite que, cuando se forme el tubo neural (futuro SNC), por invaginación, quede conectado el SNC con la periferia, que será la puerta de entrada de las percepciones del entorno, a través de más de 100 millones de receptores.

El cerebro pesa unos 1.250 grs.; mide unos 17cm de largo x 14cm de ancho x 13cm de alto y tiene un volumen de unos 1500cc. (en la mujer, estas medidas son levemente menores). Consta de dos hemisferios, uno derecho y otro izquierdo, aproximadamente iguales. Estos hemisferios están separados por una hendidura, la cisura interhemisférica; aunque permanecen unidos en el fondo de dicha cisura por medio del cuerpo calloso, a través del cual se relacionan.

Ambos hemisferios se dividen en lóbulos:
Frontal
Parietal
Temporal
Occipital

Neurona

El SNC consta de dos tipos de elementos nerviosos: fibras y células. Estos dos elementos se encuentran en la sustancia gris; la sustancia blanca no posee más que fibras. En la médula espinal, la sustancia gris está en su centro y la blanca, en la periferia. En el cerebro en cambio, es exactamente lo contrario: la sustancia gris es lo más externo (corteza cerebral), y la sustancia blanca, es predominantemente central. Aquí, la relación entre sustancia blanca y sustancia gris, es cercana a 60%/40%, respectivamente.

La célula nerviosa o neurona no es solamente una unidad anatómica, es una unidad funcional; toda fibra nerviosa representa una prolongación de este elemento, y mientras las fibras desempeñan el papel de simple conductor, la neurona es un verdadero centro: centro de recepción de impulsos periféricos, centro de emisión de estímulos motores, centro de elaboración para los fenómenos que constituyen la vida psíquica. Así, esta célula, es el elemento fundamental del eje encéfalomedular.

Las neuronas se encuentran casi con exclusividad en la sustancia gris y son de muy variadas formas: globulosas, ovoides, piramidales, estrelladas, etc. Pero tienen un carácter común: el de dar origen en su periferia a cierto número de prolongaciones (dendritas). Se distinguen así las células unipolares, con una sola prolongación, células bipolares (dos) y células multipolares (múltiples). Su tamaño varía de 4 a 150 µ y la longitud de sus prolongaciones (axón), puede llegar a más de 1 metro.

Las funciones de las neuronas son variadas, entre ellas:

Motoras: envían estímulos a los órganos contráctiles (excepto el corazón, que tiene un sistema de estímulos propio).
Secretorias: envían estímulos a distintas glándulas para que produzcan sus secreciones.
Sensoriales: reciben estímulos del exterior.
Psíquicas: recibe los estímulos, los elabora y transforma.

Las neuronas del mismo tipo y aún de tipos distintos, se relacionan entre sí, constituyendo verdaderas redes que pueden llegar a un alto grado de complejidad (fenómeno que se ve habitualmente con el desarrollo que se produce en las distintas edades). Estas relaciones no son de continuidad anatómica sino, de contigüidad o por simple contacto. A esta relación particular, se la llama sinapsis.

Actividad Neuronal

La vida es un fenómeno eléctrico. La diferencia de concentración iónica entre el interior celular y el medio circundante, posibilita que todos los procesos que mantienen la vida, estén operativos. Esta diferencia hace que, a ambos lados de la membrana celular (la frontera que separa el protoplasma del ambiente), se genere una diferencia de potencial eléctrico que es el responsable en gran parte, del intercambio de sustancias entre el interior y el exterior. Un equilibrio estático de estas cargas eléctricas, significa una sola cosa: muerte.

La neurona, como toda célula del organismo, posee un potencial eléctrico de base, a través de su membrana; pero además, como ocurre también con otras (las del corazón, por ejemplo), tiene la propiedad de producir un estímulo eléctrico cuando es alcanzada por otro que viene desde su exterior. Este curioso hecho, permite que un estímulo generado en una célula, se regenere una y otra vez en una cadena intrincada de neuronas y de esa manera el estímulo ‘viaje’ sin prácticamente pérdidas, hasta alcanzar su objetivo (que puede estar muy distante).

La membrana celular de la neurona tiene una serie de ‘poros’ (canales iónicos) por donde pasan hacia adentro o hacia fuera, distintas sustancias que son las que provocan una descarga eléctrica potente (potencial de acción) que constituye el comienzo , o la continuación, de un estímulo. En el sistema nervioso, estas sustancias son básicamente: Sodio y Potasio. El paso se produce porque el canal iónico se abre y esto a su vez se puede lograr por la acción de una corriente eléctrica o por la mediación de una sustancia química.

El axón termina en una dilatación (terminal axónica) que es la que entra en relación de contigüidad con las dendritas de otra neurona (sinapsis). En esta terminal existen unas vesículas cargadas con sustancias químicas (neurotransmisores). Cuando un estímulo eléctrico llega a este lugar se abren las vesículas y dejan salir estas sustancias neurotransmisoras hacia el espacio intersináptico. La membrana celular de la dendrita que está en relación con este espacio, posee una serie de receptores que son específicos para estas sustancias liberadas. Cuando las sustancias alcanzan sus receptores específicos, del otro lado del espacio sináptico, se produce el fenómeno de transmisión del estímulo pero, no de una manera eléctrica sino, química.

Algunos números que impresionan…

Se estima que el cerebro posee más de 100.000 millones de neuronas y unas 100 billones de sinapsis.

En un centímetro cúbico de cerebro hay unas 40.000 neuronas y unas 1000 millones de sinapsis.

Cada neurona mantiene entre 600 y 60.000 sinapsis.

En el proceso de transmisión del impulso nervioso, intervienen más de 30 sustancias químicas.

Todas las neuronas del organismo, colocadas en línea recta, una tras otra, cubrirían una distancia aproximada de 400.000 kms. (unas 10 vueltas completas a la tierra).

Las conexiones aludidas, no son estáticas; de hecho, una de las características funcionales más importantes del cerebro es la plasticidad; es decir, la posibilidad que tiene el cerebro de adaptarse a un entorno cambiante, mediante variación de esta conectividad.

Si la complejidad del cerebro se midiera solamente por la cantidad de conexiones, existe la ligera esperanza que algún día, una computadora pueda alcanzarlas y por tanto sería tan eficiente como el cerebro para procesar la información. La realidad es muy distinta; las redes neuronales artificiales demuestran que la respuesta empeora a medida que se aumenta el número de neuronas y de conexiones (pasado cierto límite).

La computadora es una máquina muy torpe que trabaja secuencialmente. El cerebro lo hace en paralelo. Una computadora es más rápida que el cerebro, pero fracasa rotundamente si pretendemos que procese el fabuloso volumen de información que él procesa. En Inteligencia Artificial es posible resolver problemas de gran complejidad matemática aunque, se falla estrepitosamente cuando se intenta una mejoría (una adaptación) en la resolución de un problema no definido, por simple que este sea. Cada proceso distinto requiere una red neuronal distinta y debe ser entrenada en consecuencia, cada vez en la resolución del nuevo problema. Algo que cambie, y se termina su ‘inteligencia’.

Estructuras Neurales del Lenguaje

Hay evidencias que indican que el procesamiento del lenguaje involucra la corteza de asociación perisilviana.

Todo esto fue confirmado por estudios especiales (Resonancia Magnética, Tomografía de Emisión de Positrones y de Fotones, Potenciales Evocados, etc.).

Hay otras áreas que pueden considerarse relacionadas al lenguaje pero, más bien relacionadas a la escritura y a los movimientos de las manos y de la boca, en el manejo del habla; como así también, en la comprensión auditiva.

Aunque lesiones subcorticales y de algunos núcleos de la base (Tálamo) puedan alterar el procesamiento del lenguaje (parece que por alterar otros procesos cognitivos asociados al mismo), es en la corteza en donde residen los mecanismos más importantes. En general las lesiones subcorticales producen alteración franca del lenguaje cuando la corteza es anormal. Con esto se asume que, las estructuras subcorticales sirven para activar el sistema de proceso del lenguaje, pero no lo procesan en sí.

El otro elemento subcortical importante, es la sustancia blanca. Lesiones a este nivel pueden desconectar las distintas áreas y producir así disturbios. Por ejemplo: la alexia (pura) en donde el paciente puede escribir pero no leer (ni aún su propia escritura); hay destrucción del área visual en el hemisferio dominante y se extiende hacia la sustancia blanca, cortando la conexión de la información que viene del área visual (no dominante), hacia el área del lenguaje dominante.

Resumiendo, hay una gran cantidad de regiones involucradas en el procesamiento del lenguaje; pero por lejos, la corteza perisilviana es la más importante.

Organización de la corteza perisilviana:

Hay dos teorías generales sobre la relación de las partes de la corteza de asociación perisilviana y los componentes del sistema de procesamiento del lenguaje:
Funciones mentales distribuidas (también llamada holista): Según esta teoría, existiría una distribución paralela que haría que, el tamaño de una lesión estuviera en relación directa con el grado de daño de las funciones lingüísticas.
Funciones mentales localizadas (modelo conexionista): Se supone la existencia de tres centros básicos, en el procesamiento del lenguaje:
Centro conceptual: almacena la representación de los conceptos (de localización difusa).
Centro motor: almacena la representación motora, operando en el planeamiento y programación del habla (área de Broca).
Centro auditivo: almacena permanentemente la representación de los sonidos de las palabras (lo que en Psicolingüística se conoce como lexicón fonológico) (área de Wernicke).

Todos estos centros, estarían interconectados.

Los estudios y exploraciones realizados sugieren, que las operaciones del lenguaje están localizadas en pequeñas partes de la corteza perisilviana pero, estas áreas, se distribuyen en forma diferente en cada persona.

La mayoría del procesamiento del lenguaje ocurre en el hemisferio dominante. En el 98% de los diestros, el hemisferio dominante es el izquierdo. En un 60 – 65% de los no diestros, son de hemisferio dominante izquierdo; un 15 – 20%, hemisferio dominante derecho y el resto, procesa el lenguaje con ambos hemisferios.

El hemisferio no dominante también procesa parte del lenguaje y de hecho hay algunas funciones, que se llevan a cabo solo del lado derecho; por ejemplo: el discurso, las metáforas, el tono del discurso (el humor).

Todo parece indicar que hay alguna relación entre localización y lateralización.

Inclusive, se han distribuido los procesos que manejan distintas partes de la sintaxis, en la superficie cerebral. Por ejemplo, los nombres serían procesados en el lóbulo temporal y los verbos, en el frontal. Todas las apreciaciones como estas últimas, carecen de la suficiente evidencia como para tomarlas taxativamente.

Es fácil ver (de acuerdo a lo ya dicho) que, aquellas teorías que invocan distintos módulos y procesos relacionados como responsables del procesamiento del lenguaje por parte del cerebro, como si fuera una computadora, carecen de sentido. Son más bien, una expresión de deseo o quizás, un buen argumento para una novela de ciencia ficción.

Desórdenes del lenguaje

A modo de un incompleto listado, mencionamos algunos de los trastornos en el procesamiento del lenguaje, que tienen relación con lo visto hasta ahora:

Agramatismo: Omisión de la función de algunas palabras, en el habla (prefijos, sufijos, etc.)
Agrafia: Disturbio en la escritura.
Alexia: Disturbio en la lectura.
Anomia: Dificultad en la producción de palabras, fundamentalmente nombres.
Afasia: Desorden del lenguaje debido a una enfermedad cerebral.
Afasia de Broca: Habla no fluida, con comprensión conservada.
Afasia de Wernicke: Habla fluida (con errores) y con alteración de la comprensión.
Parafasia Fonética: Sustitución de sonidos en el habla.
Paragramatismo: Uso indebido de la función de las palabras.

La biología en el lenguaje tiene una connotación distinta a lo que habitualmente se supone. En otras palabras, se esgrime que la causa por la que, por ejemplo, un chimpancé no puede hablar, es la diferencia biológica con el humano; o sea, no posee un aparato fonador como el nuestro. Justamente no lo tiene, porque no lo necesita. Por tanto, un chimpancé nunca hablará como nosotros; pero no solo porque no tiene un aparato fonador específico sino, y fundamentalmente, porque la disposición de su cerebro, es distinta. Está adaptada a un manejo de un lenguaje que no es simbólico, sino sígnico y, le basta para comunicarse, mediante su prosodia biológica; no necesita entonces, atenerse a las reglas de la RAE, ni a las de ninguna otra institución social humana.

31 de agosto de 2006,       Dante Salatino

[continuara ... ]

¡Nos vemos mañana!